Ciudad de México, 20 de septiembre, 2021- En Alemania la cerveza no es solo otra bebida, es parte de su cultura, del día a día y los alemanes la conocen tan bien, que cualquier mínima variación es detectada por su entrenado paladar.
Es por eso que hacer cerveza en Alemania, implica compromiso, calidad y consistencia. Y es quizá uno de los países más complicados, para un extranjero que desea laborar en una cervecería.
La única manera de obtener un contrato de trabajo en una fábrica, es estudiando. Existe la opción de obtener una certificación como cervecero y maltero o cursar la carrera de Braumeister. Cabe mencionar que la mayoría de los estudios, son en alemán.
Ese fue el primer reto para Iram Monzón, un cervecero mexicano que desde hace 6 años trabaja en Alemania. Iram fabrica cerveza en Meinel Braeu, ubicada en la ciudad de Hof, la fábrica produce 27 mil hectolitros anuales y está considerada entre las pequeñas de la región de Bavaria, que concentra el mayor número de cervecerías en el mundo.
Para ser maestro cervecero en Alemania hay una carrera formal que dura 5 años, como él ya era ingeniero, le recomendaron las cámaras de oficios, que ofrecen certificaciones para laborar. Las clases son en alemán.
La dinámica era asistir 2 semanas a clases y luego un mes trabajar en la cervecería, después de 2 años y medio, obtuvo la certificación como cervecero y maltero, recibió un contrato como empleado formal de Meinel y comenzó a estudiar una ‘formación profesional’, que tiene una duración de 3 años y regularmente la cursan personas de entre 15 a 30 años.
Actualmente, Iram ya posee un título alemán que vale en cualquier parte del mundo, como cervecero y maltero. Es uno de los 6 integrantes del equipo de producción de Meinel, se encarga de la cocción, fermentación y filtración.
Sigue en Alemania determinado a concluir la maestría, que lo acredite como maestro cervecero, y para eso necesita aprobar un par de exámenes y estudiar un año y medio.
“En Berlín hay lugares en donde se puede estudiar en inglés la maestría, pero no es reconocida en todas partes (en México sí), no es un título oficial, es muy caro y dura menos de un año. Las cervecerías trasnacionales en México, mandan a estudiar aquí a su personal”, comentó.
ASÍ CONOCIÓ MEINEL
En 2012 Iram comenzó a elaborar cerveza en su natal Morelia, con la marca de Mytika, pero quiso profesionalizar su aprendizaje, “en México aprendí mucho, pero no hay estudios oficiales, solo mucha gente dando talleres que no son reconocidos en otros lugares del mundo, quería hacer algo más profesional”.
Ya conocía Alemania y en sus viajes de mochilero por el Viejo Continente, se dio cuenta que los estilos europeos eran poco valorados en México y comenzó a fabricarlos en Mytika. Llegó a Meinel por ‘el conocido de una conocida’.
La fábrica, fue fundada en 1688 y por primera vez en su historia, es comandada por una mujer: Gisela Meinel-Hansen y su hermana, Moni Meinel Hansen (jefa directa de Iram) recibió el título de la maestra cervecera más joven del país, en 2009 (tenía 18 años).
“En ese viaje conocí a las que ahora son mis jefas, fui a la cervecería, era la primera vez que pisaba una, pregunté si podía ir algunos días a trabajar. En Alemania existe la opción para los jóvenes de hacer prácticas, antes de que elijan su carrera”, relató.
Quedó encantado con la experiencia y se dio cuenta que a pasar de que llevaba algunos años en producción, para convertirse en cervecero en ese país, prácticamente debía empezar de cero.
BIER IST BIER
Cuando Iram llegó a Alemania, uno de sus primeros encuentros con la cerveza fue durante una caminata por el bosque con paradas en las fábricas locales, en una de ellas se le ocurrió preguntar a la mesera qué estilos tenían, la mujer (tal como la imaginan: alta, corpulenta, con 10 tarros en cada mano) azotó sobre la mesa el tarro desbordante de espuma y respondió sorprendida ‘¿eh?, bier ist bier’.
A Iram le tomó años descifrar su respuesta, en ese momento le parecía increíble viniendo de una habitante de Bavaria, región con más de 4 mil marcas de cerveza. Después comprendió que para el alemán, la cerveza es algo tan básico como el agua, está profundamente arraigada a su cultura (y papilas gustativas), que datos como los IBUs, grados de alcohol, lúpulos utilizados, e incluso el estilo, son irrelevantes, porque lo único que importa es que la Pilsner que beben desde hace 10 o más años, sepa a lo mismo.
Su entrenado paladar, especialmente de la gente mayor, los convierte en jueces severos para las cervecerías, que se la piensan dos (y muchas más veces), antes de realizar las más pequeñas variaciones en su proceso.
“En Alemania el control de calidad es muy importante, por ejemplo, para una Pilsner, usamos 5 gramos por litro de CO2, si tiene 4.8 o 5.4, la pensamos, aunque es buenísima, pero si llega una persona que tiene años bebiéndola, te la va a regresar”, expuso.
LA VIDA EN UNA REGIÓN CERVECERA
Los habitantes de Baviera son conservadores y muy religiosos, lo que provocó algo de incertidumbre y miedo en Iram a su llegada en 2015, pero optó por no quedarse en casa e intentar aplicar el dicho de ‘a donde fueres, has lo que vieres’.
Y qué mejor lugar para conocer a la gente local, que un bar. Antes de entrar a Meinel, Iram trabajó en la barra y como mesero, conoció gente, lo conocieron y se familiarizó con el idioma que se habla en lo cotidiano.
“Me di cuenta de que es como en cualquier parte, hay que observar, intentar integrarte hablando su idioma y la gente te acoge”, dijo que los alemanes son abiertos y alegres, pero es difícil ser parte de su círculo de amigos, ya que generalmente se conocen de toda la vida. No ha sufrido racismo, pero sabe que en la zona existen congregaciones de nazis, e incluso festivales.
Hablando de festivales, cuenta que el Oktoberfest es un evento destinado al turismo y consumo, los cerveceros asisten para ‘enfiestarse’ y es muy costoso, por lo que recomendó visitar eventos más pequeños, que permiten disfrutar más de la cerveza local.
*Información tomada de la edición Fantastic Brewers de Desde la Barra Magazine, consulta la revista completa en http://bit.ly/38AGUdA
Imágenes cortesía de Iram Monzón y de Meinel Braeu