Ciudad de México, 11 de septiembre, 2022- Hace seis años empezó la historia (oficial) de Periodismo Desde la Barra, aunque la mía con este oficio se remonta a hace 15.
Todo porque siempre me gustó inventar historias, algo que aprendí de mi abuela (q.e.p.d.), quien partió mientras yo las contaba lejos de ella.
Me fui de casa cuando cursaba la universidad, quería experimentar todo, y el fútbol fue el pretexto perfecto. Entré a estudiar al Centro Universitario del Fútbol y Ciencias del Deporte en Pachuca, el plan era convertirme en cronista deportiva, pero terminé de hincha en una barra llamada La Banda del Huracán.
Tiempo después comencé a colaborar (sin goce de sueldo) en la sección de cultura en un periódico local, y fue ahí donde me volví reportera.
Dejé la barra y la vida de viajes a los estadios de futbol, fiestas y ensayos con la banda, para dedicarme a escribir sobre artistas plásticos locales, escritores, músicos, y un largo etcétera. Me enganché con sus historias.
Adiós tuzos, hola mejor oficio del mundo. Antes de graduarme ya me habían contratado en el periódico, cubría fuentes asistenciales y más adelante la educativa. Ese fue mi primer trabajo en una redacción, lo di todo y solo me faltó cubrir al gobernador, policiacas y espectáculos.
Me voy a brincar una parte, para llegar a Tampico a una época complicada para la ciudad (el estado, y todo el norte de México). Era reportera en plena disputa entre carteles, en ese tiempo no podías escribir ciertas palabras en tus notas, que hicieran referencia a ellos, recuerdo el miedo, pero tengo más memoria del coraje y la impotencia.
Además del narco, se padecía (y padece) la censura típica de los medios que reciben beneficios (¿todos?). Hice lo que pude y hasta donde pude, pero vivir esas situaciones a diario, te revienta. Recuerdo que le dije a una amiga que me sentía dando vueltas y regresando al mismo lugar, que no era posible que desde el periodismo no pudiéramos hacer nada, que lo que publicábamos no sirviera de nada a nuestros lectores, que solo le habláramos a los que ‘tienen el poder’.
Y ese fue el comienzo de la aventura que concluye (al menos hasta el día de hoy) con Periodismo Desde la Barra.
Tiene los ingredientes de una película de acción. Chequen. Estaba tan enojada y frustrada, que hice los exámenes para entrar a la policía, todos, hasta el maldito polígrafo que sólo aprueban los que ya se la saben, al salir de ahí me lo dijo un poli. ¡Qué experiencia!, para contársela a los nietos (de otros, ja, ja).
Próxima parada: crear un medio independiente. Aquí ya va tomando más forma todo esto.
Tenía un par de amigos (Carlos y David), con los que empecé a trabajar otra idea suicida: un portal de noticias para publicar con libertad lo que ocurría en la ciudad. No solo les hablo de crimen, queríamos hablar de todo lo que no se decía, o se contaba a medias, o se contaba y luego por quién sabe qué razón ( $) no se le daba seguimiento.
Empezamos a ver el trabajo de Daniel Moreno (Animal Político) e incluso lo contactamos para contarle nuestra idea. Así fue como llegamos a unas conferencias sobre periodismo en la CdMx, que más bien hablaban sobre la maestría (ahora extinta) que ofrecía el CIDE.
Ese fue mi adiós a Tampico, y el resto de la historia ya se las he contado antes: entré a cursar la maestría, presenté un trabajo sobre productores de cheve artesanal y (por supuesto), me clavé con el tema.
Primero anduve de freelance, viajando a los festivales por mi cuenta, conociendo homebrewers, cervecer@s, lugares, y por supuesto cervezas.
Más de un año después, en el que me la pasé robándole horas a mi trabajo fijo de ese tiempo (editora en una estación de radio), hice la primera publicación en el sitio web recién construido. Era una columna que escribió mi gran amigo Isaac de Canela (Tijuana Homebrew Club), sobre la importancia del cervecero casero.
Tiempo después, hubo recorte de personal en la estación (gracias AMLO), y me despidieron, de puro coraje (ja, ja) me fui unos meses a La Baja (sobre todo Tijuana), en donde invertí (forma sutil de decir: gasté mi liquidación) en la mejor bebida de la creación. Seguí escribiendo, conociendo y entendiendo de qué se trata el mundo craft en México.
Y aquí sigo, algunos días (como hoy) sin saber bien cómo continuar (no es fácil vivir de esto, ustedes entienden), la mayor parte del tiempo está uno solo pensando, creando, inspirándose, tronándose los dedos porque la siguiente idea resulte.
Se acumulan los días difíciles, pero (hasta ahora) siempre hay algo que los supera.
En las entrevistas suelo preguntar cuánto tiempo más se ven haciendo cerveza, algun@s lo tienen bien claro, otr@s no tanto, creo que con DLB estoy en el equipo 2.
Hace un rato platicaba con un amigo que la cerveza me dio, allá del otro lado del mundo, y me dijo: deja que fluya. La llave de la escritura se mantiene abierta.
Gracias mi querida gente cervecera por todo este tiempo, son y serán parte de esta historia, la mía y la de Desde la Barra, disculpen los errores, fallas y omisiones que he tenido durante estos años, las transmisiones cortadas o sin audio, las fotos fuera de foco, los ‘diseños’ improvisados.
Quisiera hacer tanto, pero mi talento en los negocios es limitado, y casi toda mi energía se va en pensar cómo contarles las historias y en contárselas.
Habrá que generar más energía y crecer, porque esa es la única forma de seguir, y también de ser feliz en el proceso.
L@s quiero, y de nuevo gracias. Un abrazo y felicidades mi amado DLB, por más cultura cervecera real y auténtica.
-Lupulina-