Ciudad de México, 09 de Julio, 2019- Ingeniero en sistemas, rockero y cervecero, así es Christian Reyna, uno de los pioneros en la producción de cerveza artesanal en Guadalajara, Jalisco. Y para quien esta bebida es como el arte, imperfecta, y es ahí donde radica su belleza.
Mientras la curiosidad mató al gato, para Christian marcó el inicio de una historia que sobrepasa una década en la industria: la de Cervecería Reyna.
Fue el día en que componía una canción en su guitarra, quitándose la sed con una Pacífico.Tuvo inquietud por saber de qué estaba hecha, pero no halló los ingredientes en la etiqueta, así que recurrió a Google y una cosa lo llevó a la otra.
Primero videos de cómo hacer cerveza en casa, seguidos de una efusiva llamada a su hermano Oliver para contarle su descubrimiento y una vez convencidos ambos, una visita a la tienda de insumos para homebrewers en Las Vegas, donde reside su madre.
Del estudio de grabación a las ollas para cocinar cerveza
Tenía 27 años, trabajaba en Hewlett Packard y su padre le metió la idea de emprender un negocio.
Además de ingeniero, Christian es músico, tiene un grupo llamado «Echoes» donde toca la guitarra y a veces es vocalista, así que su primera idea fue montar un estudio de grabación con sus ahorros. Empezó el proyecto en una habitación que tenía disponible en su departamento, pero inesperadamente acabó en la cocina usando ollas tamaleras para hacer cerveza.
“Por ahí las tengo, creo que tienen un agujero”, comenta entre risas.
Christian aprendió a producir cerveza en la misma tienda donde compró insumos y en una pequeña cervecería ubicada en uno de los casinos del old town de Las Vegas. La primera cerveza que cocinó fue una Brown Ale.
En un festival de cerveza en San Miguel de Allende conoció a los cerveceros de Primus y lo invitaron a participar en la competencia amateur de Copa Cerveza Mx, en la que Reyna fue reconocida como la mejor cerveza de la justa con su brown.
Producía lotes de 20 litros que fermentaba en barriles de plástico de 60, así que debía cocinar tres veces al día para llenarlo. Luego de ganar la competencia, la cerveza comenzó a tener demanda y Christian decidió dar el salto.
Tap Room, fue el primer punto de venta en Guadalajara donde vendió su cerveza y uno de los que más impulsaron a cervecerías artesanales en la ciudad. Cerró sus puertas hace un mes.
La cerveza artesanal es imperfecta, como las artes: Christian
“Creo que es algo que no es perfecto, es como la música, la pintura o el cine. Estoy de acuerdo con que la gente se profesionalice, no hay día que no lea sobre cerveza, pero durante mucho tiempo fue un oficio, es imperfecta.
Hace cuatro años Christian mudó su cocina a una casa antigua del centro de Guadalajara, que comparte con Cholos Brewing. Su producción actual depende de los pedidos, en promedio es de mil 500 litros mensuales, la mitad de su capacidad total.
Cocina un, dos o ninguna vez por semana. “Parte de tener un negocio es entender que hay épocas de vacas gordas y otras de flacas”.
Cuenta con 3 fermentadores de 500 litros, no usa caldera, ni cuenta con panel de control. En cambio, desarrolló una aplicación para controlar su equipo desde el celular.
“Hemos desarrollado varias cosas: los fermentadores los controlo desde el celular, tengo un tablero, de repente la aplicación me avisa de que sube la temperatura, por ejemplo. Estoy armando una etiquetadora, controles de flujo para la olla de macerado, hicimos una embotelladora manual con detectores de nivel, es un ‘franky’ (risas). Hacemos automatizaciones, no desarrollos a nivel de inoxidable.
Reyna es una cervecería independiente, financiada por Christian durante sus once años de vida. Tiene cuatro estilos de línea y tres de temporada. Sus cervezas más populares son El Macho (IPA) y Rock (Brown), con su variante en la que usan brownie “Mr. Brownie”.
También están Bee Good (Blonde Ale con miel orgánica), Reyna Negra (Mexican Stout), Reyna Blanca (Winter Ale), Valentine’s (English Strong Ale con pétalos de rosa y arándano), Dios Salve a la Reyna (Imperial Black IPA), la favorita de Christian.
Debido al crecimiento de su fábrica, Reyna dejó su empleo en HP. A la fecha su marca se vende en 60 lugares en Guadalajara. También puede conseguirse en Ciudad de México, Toluca y Oaxaca. De igual forma, envía pedidos personales.
Entre sus planes están repetir la cerveza experimental con tocino y chile morita que cocinó con Charal y tener su propio tap room.
Además de Christian, en la cervecería trabaja Alan Herrera involucrado en la industria desde hace casi cinco años. Comenzó en el área de ventas, pero producir cerveza es lo que más disfruta. Además de Reyna, Alan tiene un proyecto llamado Barrabundo con el que lleva cerveza artesanal a eventos. También se dedica a dar mantenimiento de sistema de draft en bares.
Faltan más puntos de venta locales
Christian dice que la escena cervecera en Jalisco se ha reposicionado en los últimos dos años y también a nivel nacional, impulsada por las medallas obtenidas en competencias y la presencia de cervecerías locales en Tap Takeovers fuera del estado.
“En el norte hacen cosas muy chidas, pero Jalisco se ha estado posicionando, a pesar de ser el que más cerveza produce en el país, le hacía falta algo para que la gente lo volteara a ver y está sucediendo: las medallas y que los mismos cerveceros han empujado por salir fuera”, señala.
Para Reyna, al ser Jalisco un estado grande, los puntos de venta que existen son insuficientes para impulsar a las cervecerías artesanales.
“En Guadalajara hay muchos cerveceros, pero muy pocas cervecerías tienen un punto de venta”, indica.
*Imágenes: Lupulina